Amo las necrológicas de
los periódicos, pueden llegar a ser muy morbosas. Yo las leo
siempre. A decir verdad, es una putada que tengas que comprarte todo
el periódico para poder leerlas. Es como si para tomarte un vaso de
leche te obligasen a comprarte una vaca... En fin, a lo que iba: no
se me puede negar el encanto de esos dichos formulares, de esas
piadosas siglas que piden reposo para el malogrado ni la modesta
enumeración de toda la parentela con los apodos entre paréntesis
para deslumbrar a las amistades. No, no se puede. Tal vez podríamos
echar en falta un anexo con el expediente clínico de cada uno, pero
ya digo, este insensible país prefiere guardar ese espacio para los
deportes.
* * * * *
Por otra parte, además
de invitarnos poderosamente a reflexionar sobre el paso del tiempo y
el devenir de la existencia tienen una profundidad psicológica
especial. Tomemos por ejemplo el inolvidable “tus familiares y
amigos no te olvidan”. ¿En serio? Venga, confesadlo. Confiésalo
tú, amigo que por dentro celebras que haya prescrito aquella
cuantiosa deuda (sí, sí, la que ibas a pagar poco a poco), y
confiésalo tú también, cada vez menos desconsolada viuda que miras
con ternura al amigo y ya planeas algún capricho con esa simbólica
pensión: algo sí olvidáis. Bien, no seré tan malpensado, no
olvidáis, pero como que os desentendéis del recuerdo, os
despreocupáis. El muerto al hoyo y el vivo al bollo, ¿sí o no?
De acuerdo, dejo la
digresión por ahora. Permitidme añadir nada más que de todas las
necrológicas mis preferidas son aquellas que van con foto, siempre
que esta sea en blanco y negro. Una foto de un muerto en blanco y
negro refuerza la idea de que está muerto, a color es como zombie y
siniestra. Tienen especial atractivo las fotos de carné setenteras
en las que el finado presenta unas gafas de pasta gruesas y abundante
vello en el entrecejo, máxime si están conjugadas con una beata
cruz y el nombre de su parroquia de toda la vida, pero esto ya es un
gusto muy personal.
Sólo hay una cosa que no
me convence: ¿ruegan una oración por su alma? ¿Qué es eso de
rezar por compromiso? No me jodas. Una de dos, o quitamos eso o
exigimos la oración de marras. Una vez conocí a un tipo que
aprovechaba para leer a Antonio Gala en los funerales de sus amigos:
terminó haciendo una tesis doctoral. Yo personalmente prefiero a
todos los de mi barrio encadenados a los bancos de la iglesia y
sufriendo por mí (de una manera u otra) que tenerlos pensando en
bobadas mientras se me rinden las honras fúnebres. No sé, vosotros
diréis.
De interés nacional:
De interés nacional:
- Esquela de don Baldomero Fernández Espartero
- La necrológica como género periodístico, Antonio López Hidalgo (1999)
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