La delicadeza

Muchos en este jardín definirían “lo delicado” como algo débil y vulnerable. Algo ya de por sí roto sólo por la cualidad de poder romperse con más facilidad que otras tantas cosas. La delicadeza es una palabra quebradiza y difusa que, seamos sinceros, no está muy de moda en estos últimos años. Es un término perteneciente al pasado. A la Inglaterra de Jane Austen o a los boleros más románticos de los años 60. Y, en todo caso, si es aplicable a estos tiempos, será una palabra más apropiada para la elite o para una clase social alta. No para el ciudadano medio, que mal se puede permitir algo tan aparentemente poco útil y superfluo. La delicadeza no tiene ya grandes partidarios, más bien produce cierto rechazo y recelo.

La cobardía de Nietzsche

Hace unos días estuve hablando con un amigo mío tortuga y me dijo que en su próxima vida quiere ser mamífero, concretamente humano, porque cree que como tortuga se está perdiendo muchas cosas. ¡Al menos él es una tortuga auténtica! Pero bueno, entiendo que quiera conocer lo que como tal le resulta inaccesible. Esto de las reencarnaciones es un filón. A ver si me entienden, da gusto creerse estas cosas, las conversaciones sobre futuras nadas eternas dan muchísimo menos juego...

El derecho a la pereza

Nadie es perezoso por casualidad. En el nombre de todas las ideologías y doctrinas, desde todos los frentes, se nos disuade insistentemente de la pereza. Pero uno, que de niño ya era muy suspicaz, piensa que esa preocupación por la despreocupación ajena no nace de otra cosa que de un interesado proselitismo o, peor aún, de la fuerza devastadora y brutal de esa tradición que se ha instalado en nuestras cabezas. Nos lo han ofrecido todo para que trabajemos: el dinero, el sexo, la fama, la gloria y el paraíso. Nos han llamado al consumo con sus ofertas, con sus premios a la competición, al voto con sus discursos, con sus arengas a la batalla... la lista no tendría fin. Pero, ¿qué tiene de molesto un holgazán? ¿A quién hace mal? ¿A quién hace bien? Nunca hemos tenido respuesta para estos interrogantes, y sí, en cambio, argumentos para defender al perezoso, que, dando muestra de su clase y su talento, nunca se defendería.

El Hombre de Acero


Warner/DC tiene que estar hasta los mismísimos de que Disney/Marvel le esté comiendo todo el terreno cinematográfico de los superhéroes con varias exitosas producciones al año de diversa calidad fílmica, pero exitosas en cuanto a beneficios para la compañía. Warner sacó tajada a la nueva trilogía de Batman, pero el intento de hacer una franquicia de Green Lanter le salió rana, y la última versión de Superman (allá por el lejano 2006, obra y gracia de Bryan Singer), si bien no fue un fracaso absoluto, no recaudó tantos millones de dólares como les gustaría, así que se abortó su secuela.

Mundo bizarro

A mí se me queda la misma cara a veces
No acostumbro a leer periódicos ni ver informativos. Las noticias cotidianas, por lo general, me hacen desconfiar de la especie humana y sólo consiguen que sea hipertensa, por eso prefiero cierto aire de ignorancia... Sí que me gustan las rarezas. Tampoco es que las busque, vienen a mí sin más, como si tuviera un imán. Quizá sólo se deba a que presto más atención a lo excepcional que a lo decepcionante. Hay ciertos acontecimientos que vale la pena tanto conocer como compartir y tengo la costumbre de comentar con mi entorno los que me hacen gracia.

Hay que reírse, señores, alarga la vida, y este mes de junio está siendo especialmente rico en sucesos hilarantes. Para muestra un botón, bueno tres, de menor a mayor grado de... no sé si llamarlo inverosimilitud, delirio, surrealismo o mera estupidez. Dejémoslo en guasa para ofender al menor número de lectores.

Da Vinci's Demons


La cadena Starz (culpable de Spartacus) y David S. Goyer (culpable de la trilogía del Batman de Nolan, o si se prefiere de Ghost Rider y Blade Trinity... entre otras joyas fílmicas) nos trae la propuesta de una serie basada en el genio renacentista Leonardo Da Vinci (Leo), contándonos sus hazañas de juventud.

Nos trasladamos a la Florencia del s. XV. Toda Italia está dominada por el Vaticano, comandado por el Papa Sixto IV y sus sicarios del mal... ¿Toda? ¡¡NO!! Florencia resiste ahora y siempre al yugo del opresor bajo el mando de Lorenzo de Médici y la inestimable ayuda del joven Leo Da Vinci.

Eterno trayecto

Máscaras. En todas partes. Corazas. Las ves sonrientes. A veces muestran sus colmillos, no cesan de hablar y, cuando lo hacen, el silencio es incómodo y delator, con miradas pletóricas o bien distraídas, para volverse tímidas y huidizas en los vagones del metro. Cruce de miradas. Quieren pedir ayuda sin saber cómo, pero esos ojos se apartan al instante al verse reflejados en ellos. Cuánta gente familiar y desconocida. Cuánta gente que transmite sin pretenderlo. Van y vienen, con otra ropa, otro rostro. Y desaparecen sin más, sin tiempo de haber estado siquiera.

Elogio de lo cotidiano

Por lo visto Oscar Wilde, después de su estancia en prisión, fue incapaz de volver a escribir una línea. Curioso retrato éste de un escritor que se queda sin palabras, casi tanto como aquel que envejecía en lugar de su modelo.

Pareciera que del mismo modo que Dorian Gray fue incapaz de asumir la horrible imagen de su retrato en lo que tenía de verdad, Wilde vio de repente la crudeza de lo real atravesando el mundo de belleza que él se había esforzado en crear. Así, su obsesión por producir algo bello tornó en mutismo ante la atroz realidad que le tocó presenciar.

Pies Grandes

¿Víctima o monstruo?
No hay cosa peor que un tonto que se ponga a pensar, y de eso la policía sabe mucho. Al menos así lo demuestra el siguiente aserto, publicado en el nunca bien ponderado medio Elgolfo.info:
“Dos niños hallaron en el bosque [de Lakeville] de Massachusetts, Estados Unidos, un pie gigante en descomposición, con lo que la policía comenzó a preguntarse si se trata de evidencia de que existe Bigfoot.”
A regañadientes concederé a los más escépticos que tal página no es precisamente eso que se llama prensa seria (para darles de comer aparte también, pero bueno).

¿Llamas a esto arqueología?

De cara a las cuestiones históricas, la arqueología ha servido como laxante para purgar las fuentes escritas. Gracias al hallazgo de unos y otros restos, ha podido confirmarse o desmentirse el relato que se tenía sobre determinadas gentes, épocas o lugares, y ha permitido rastrear desde el detalle sus usos, costumbres y procesos de cambio. La arqueología ha dado voz a la prehistoria y, en definitiva, credibilidad a la historia. Pero esta noble ciencia, que los antiguos entendían como toda indagación sobre cosas pasadas, tuvo primero que soportar siglos de esclavitud al mercado del coleccionismo y el estudio del arte. Era la vieja y servil arqueología clásica: la del expolio y los ideales de belleza, favorita en las charlas de salón, felatriz de la “alta cultura”.

Flaco favor

Esto no tiene nada que ver con el tabaco
Que si uno quiere contratar modelos tísicas tiene que acudir a una clínica para el tratamiento de trastornos alimenticios es algo que cae por su propio peso, y esto es lo que ha hecho la agencia de modelos cuyo nombre todos los medios se han cuidado muy mucho de revelar (a cambio de cuánto, no se sabe). Desde luego que ellos no las prefieren gordas.

El problema con este tipo de noticias es que se prestan demasiado a la opinión fácil: desde el desprecio hacia la muchacha que no come mientras medio mundo muere de hambre hasta lo asquerosos que son el mundo de la moda y –sobre todo– sus empresarios.

Una reseña del Kindle

El otro día dejé mi Kindle en un tren. Había pensado en ello unos minutos antes de salir. Lo coloqué en el bolsillo que había en el asiento delantero y me dije: “Sería muy estúpido dejarlo aquí. Perdería todos los libros que me gustan y dudo de que volviera a encontrar algunos en Internet”. No sé cuanto tiempo pasó, quizá tres, cinco o diez minutos. Me llamó un amigo al móvil, el tipo que tenía al lado tenía prisa por salir y un niño no paraba de llorar en aquel vagón. Excusas aparte: me olvidé por completo, no sé en qué estaba pensando. Salí del tren, leí un par de correos, cogí un taxi y no volví a caer en ello hasta que llegué a casa. El cerebro humano es maravilloso. Entonces sí me acordé, cuando no quedaban opciones, cuando el daño estaba hecho. Puse mi expresión más filosófica y dije: “Eres el tío más idiota sobre la faz de la Tierra”.

El paraíso recuperado

En el gran tablero de los tópicos literarios, se diría que el relato de la Creación señala la casilla de salida. Rastrear toda su influencia en obras posteriores (piensen que partimos de las aguas abisales de la Historia) sería una tarea de titanes que sólo algún académico asocial y febril estaría dispuesto a emprender. Así que remitámonos primeramente a la tarea de ese otro titán que fue Prometeo, que por otorgar el fuego y las artes a los hombres acabó encadenado a merced de la gula de un buitre. Prometeo fue la primera figura en usurpar el papel de la divinidad con todas sus consecuencias, tal y como le ocurriría más tarde a su encarnación moderna: Victor Frankenstein. Su criatura –bastante menos monstruosa que él– rescataría el viejo tópico de la Creación y lo sometería a nuevas interpretaciones donde lo creado toma el relevo del creador.

Políglota estupidez

Paseaba yo el otro día al pie de un rascacielos con Trompeta, mi elefante, cuando de pronto un ejecutivo cayó justo entre mis brazos y tuve que soltarlo. Olvidado de mi paquidermo, le pregunté al individuo cómo había ido a parar allí. Seguramente hice mal, porque, gimebundo, me respondió en un nihilista danés que ya no creía en nada. Como pude, le fui disuadiendo de sus ideas, quizá demasiado, pues en un momento dado se enfebreció y me espetó toda una diatriba en nietzscheano alemán. Pero aquí también me enconé yo y le di a entender que no me creía nada de lo que me decía, que se había intentado suicidar porque le habían dejado o algo por el estilo, que ni Kierkegaard ni la filosofía del martillo tenían la nada que ver.

Jaque mate

No hace falta ser un cinéfilo para que le suene aquella mítica frase de Íñigo Montoya en la película La Princesa Prometida: “Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir.” Apostaría a que, como a mí, le provoca una sonrisa, y cierta simpatía por quien la pronuncia. O ésta otra de la película Gladiador, en la que Máximo demuestra su anhelo de venganza hacia el personaje ridículo y necio del emperador Cómodo: “Me llamo Máximo Décimo Meridio, comandante de los ejércitos del norte, leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada, y alcanzaré mi venganza, en esta vida o en la otra.”